galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

LOS LOBOS DE ETA SOLO FINGEN SUMISIÓN

Por J. J. García Pena

Hace bien el Ministerio del Interior  en aclarar y proclamar a los cuatro vientos, especialmente a los asesinos de ETA, que no bajará la guardia. A esos criminales, cebados en sangre, no se les puede creer nada. Absolutamente nada noble, como podría ser un sincero arrepentimiento. 

Al menos yo, no creo una palabra de su discurso pensado para convencer a  ingenuos con el fin de ablandar penas a sus cómplices delincuentes que siguen presos. Ni los de adentro ni los de afuera se han arrepentido de ninguno de los execrables delitos de su irracional escalada de terrorismo que, a no dudarlo, subyace íntegro y  agazapado, ni siquiera adormecido. 

 No hay animal más alerta y pronto a saltar que el que está agazapado. Y ellos lo están. Todos los años que duró la «acción directa» de estos fanáticos bestializados, los pasé fuera de España, pero los sufrí como si sus esquirlas me zumbaran las orejas y soporté que, gracias a esa banda de forajidos iluminados, a todos los españoles nos metieran en el mismo saco bajo el concepto de retrasados y brutales asesinos. Ya bastante tenemos con el baldón del toreo.

Hacen bien las autoridades españolas en no dejarse engatusar por las aparentes muestras de docilidad de esta canalla de psicopervertidos. Muestran la hilacha en su propia declaración y ambiguo pedido de perdón a una discriminada parte de sus víctimas. Signo de que siguen odiando, sin medias tintas, a la otra parte de los «ajusticiados», a los que, por lo visto, consideran «bien muertos».

Eso, por sí solo, ya debería abrir los ojos de quienes pudieran empezar a adormecerse, confiados y arrullados por las cínicas muestras de docilidad de estos verdugos encapuchados.

Presos de su estulticia, probada y comprobada, son incapaces de reconocer que todo lo que han logrado es retrasar la felicidad de sus pueblos, a los que dicen querer defender de, de, de … ¿De qué, de quién, de quiénes? ¿De salvajes tan sanguinarios y perversos  como ellos, pero de signo contrario? 

¿Se habrán enterado estos lobos arrinconados  que el maldito Gran Hermano Ogro, que nos afectó a todos por igual, ya se murió, gracias a… la biología?

Cierto es que hasta los más irrecuperables de ellos nacieron inocentes, ya que nadie nace fanático. Pero su falta de sentido común y de uso del criterio propio los estropeó para siempre, como harán ellos, si se les deja, con otros inocentes a quienes les inoculen  la ponzoña de su doctrina medieval.

Estos personajes envilecidos, auténticos hombres lobos del hombre, son irrecuperables para la convivencia civil en una comunidad perfectible sí, pero afortunadamente diversa, plurinacional y culturalmente rica como la española. Sencillamente porque  no creen en ella.

A pesar de mi larga ausencia, soy irreparablemente gallego e irremediablemente español, además de profundamente uruguayo. Me siento tan cercano y hermanado con Cervantes, Unamuno, Lola Flores, Antonio Molina, Carreras, De la Cierva, Servet, Lorca, Dalí, Serrat, Picasso, Paco Ibáñez y Patchi Andíón, como con  Rosalía e Isaac Díaz Pardo.  Son mis coterráneos y enriquecen mi vida e historia, me halle dónde me halle.  Que desde lejos, ya se sabe,  se aprecia mejor. Tanto, que jamás renunciaría a ser paisano de ninguno de ellos en aras de una ridícula y supuesta superioridad de mis genes céltico-galaicos. Yo sumo y multiplico, no resto ni divido. Dividir y subdividir es despreciar y perder vida propia y ajena, como han hecho los que aparentemente (solo aparentemente) recularon.

No nos engañemos. Ni reeducados, ni arrepentidos, ni disueltos. Solo están replegados, lamiéndose las heridas del apaleamiento, urdiendo nuevas estrategias de maldad efectiva. Traspasarán sus odios (tal vez ya lo estén haciendo)  a generaciones de incautos, como antes lo fueron ellos.

Son tanto o más radicales y astutos que los yihadistas y son, como ellos,  refractarios a las razones. Como obtusos que son, solo reculan, está visto, ante la fuerza bruta. Es el único lenguaje que usan y entienden. Pero recular, aunque sea cobardemente, como lo refleja su modus operandi, su sello distintivo,  no significa salir del juego. ¡Pobre del que crea en su sibilino arrepentimiento de conveniencia!.

Su condición mental de licántropos cebados en sangre humana, les impide aceptar una derrota definitiva y sincera y avenirse a vivir decentemente, avecinados a  quienes siguen considerando sus enemigos. No lo harán jamás. No saben ni pueden hacerlo.  Solo sus tiernos e inocentes descendientes, lejos de la nefasta influencia de la doctrina de odio, rematada en el horror, terror y fracaso que los pervirtió a ellos mismos en plena adolescencia, serán personas de bien.

Un lobo no comerá berzas

—-  ¿Seremos tan ingenuos de creer que nos abrieron todos los zulos y vaciaron todos los mini-arsenales soterrados a ambos lados de la frontera?  

No seamos pueriles. Un lobo no delata su cubil.  Ni un tero sus huevos. Aparecerán por descuido o casualidad. (El tero o teru-teru, es aguerrida ave del Uruguay, de gruesas púas córneas en sus alas, que lanza, por puro instinto de supervivencia, su desconcertante  grito onomatopéyico bien lejos de su nidal...)

En estos momentos de forzado y  aparente avenimiento a las reglas de una decente convivencia social, lejos de dejar de odiar, se están comportando como el lobo apaleado que muestra sumisión a la espera de que el responsable del campo se descuide, creyéndolo vencido, para volver a destrozar con sus dientes la carne débil que halle.

El árbol y el hacha, fundidos, producen poca credibilidad como simbología de paz duradera… Recordémoslo más allá de este 4 de mayo de 2018.