galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

SIETE GALICIAS

Siete son los caminos xacobeos. Siete las ciudades gallegas y siete sus símbolos. Siete maneras de vivir y siete modos de divertirse. Siete son los rutas urbanas del placer y siete las diferentes formas de conocerlas, incluso desde la perspectiva de siete rías.

Hoy quiero invitarte a pasear la noche. A contemplar la historia entre las sombras que provocan las luces de la ciudad en contraste con los neones de la modernidad más alegre.

A Coruña la preside el Faro de Hércules, que es Patrimonio de la Humanidad. Cuando llega la noche, la ciudad y su mar se convierten en un nido de luciérnagas noctámbulas que se van de copas, por la Marina y la calle Real.

Vigo es Puerta Atlántica y montaña de peces de amanecer en el Berbés de los pesqueros. Su ciclo más divertido se inicia cada noche y más aún cuando la semana cumple su final, en los locales del centro o en Samil, donde el espejo de su bahía nos cuenta la vida a la luz de los pequeños faros.

Las sombras de las grúas de los astilleros alcanzan Ferrol, cuando miles de bombillas urbanas llevan el arco iris hasta la ría que baña los viejos arsenales. La gente aquí pasea la noche por el centro procurando compañía amiga para compartir música nueva y las copas de siempre.

Pontevedra siente el latido de su corazón nocturno en la gran plaza, donde fluye la conversación de terraza frente al histórico convento franciscano, justo al lado de la fuente que da de beber a quien pasa, con la virgen Peregrina como testigo.

Las luces de Lugo destacan el monumental paso de dos milenios; la Muralla nos recuerda que la ciudad es augusta… pero la noche nos cuenta que es una urbe abierta a la modernidad del siglo XXI, y que habitan sus locales, a estas horas,  gentes divertidas. El paseo nocturno, sin embargo, es solo para románticos.

Los puentes de Ourense recomponen su paisaje nocturno mirándose en los espejos del Miño, mientras la gente busca el agua termal a las orillas del gran río y la noche avanza hacia el casco viejo, donde está la magia de la luz que recompone la historia y el local de juventud donde se baila mirando hacia la Catedral.

Pero para Catedral, la de Santiago, espléndida en sí misma y por las plazas que la rodean; refugio de peregrinos que llegan de día y se van de aquí con la noche, tras admirar la hermosa selva florida de piedra de la fachada occidental del templo, una de las mayores obras de arte del mundo. Aunque también tientan al peregrino los humanos placeres que encuentra recorriendo las calles de piedra de la ciudad vieja, en los locales donde la noche es bohemia, larga y amiga.