EL ABUELO DEL MUNDO

Creo que Guinness World Records es la mayor enciclopedia de la estupidez humana y no hay más que leer entre líneas para darse cuenta de lo tonto que es el hombre. Con tal de ser el primero en algo hace auténticas estupideces. Por ejemplo, cerca de mi aldea se cocina “la tortilla más grande del mundo” pero es la peor que te puedes comer si es que te atreves.

Sin embargo hay veces que Guinness World Records hace bueno aquello de que toda lectura es cultura, porque leyéndolo te enteras de que en el Japón habitaba el abuelo del mundo, Yasutaro Koide, de 112 años, fallecido hace unos días. Y como a rey muerto rey puesto, está a punto de ser coronado Francisco Núñez Olivera, un pacense de Bienvenida que nació el 13 de diciembre de 1904 y lleva viviendo en esa tierra nada menos que 111 años, uno más que unos cincuenta supercentenarios que aún aguardan el viaje final en diferentes puntos del planeta.

La abuela del mundo es mayor aún, tiene 116 años y nació donde vive, en el condado de Lowndes, Alabama, Estados Unidos, el 6 de julio de 1.899. Se llama Susannah Mushatt Jones. La pobre se quedó ciega a los 100 porque rechazó que le operaran de cataratas, es medio sorda y se mueve en silla de ruedas.

La falta de movilidad es lo que tienen en común abuela y abuelo. Francisco convive con su hija María Antonia que tiene ya 80 años pero no le gusta nada que le llamen anciana. Su hermana Milagros, de 77, vive unas casas calle Santa Ana abajo. Entre ambas se ocupan de cuidar a su padre, de levantarlo de su cama articulada y sentarlo en la silla de ruedas desde la que contempla ahora su pueblo.

Mi amigo Perozo me dijo que Bienvenida es cuna de una saga de toreros famosos, pero ya sabes que a mi esas artes no me van, pero por el nombre debió de ser siempre tierra hospitalaria que hoy habitan dos miles y pico de vivos.

A Francisco Núñez le llaman allí Marchena, como al futbolista.  Ahora prefiere pasar los días sentado frente al televisor, pero cuando alguien va a verle agradece la compañía. Lo del apodo dice que le viene por un cantaor al que se parecía y del que guarda el salero:

—–   De Marchena soy señores y lo llevo muy a gala, porque en todas las reuniones ¡mi fandango es el que gana!

A estas alturas de la vida, el cuerpo solo resiste, claro. Pero Francisco resiste bien el paso del tiempo que será quien le sople el final, al que llegará con un solo riñón y tras dejar atrás las malditas cataratas, una neumonía y una infección de orina.

—– Yo trabajé toda mi vida en el campo porque mi padre tenía un cortijillo pequeño. Cultivaba olivos y vino.

El Marchena –así le gusta que lo llamen- sufrió la guerra del Rif de los años 20…

—–  ¡Puto África! Lo que pasé yo en aquella guerra no se lo deseo a nadie…

Tenía diez años cuando estalló la primera guerra mundial. De la civil salió “bien parado” y fue muy feliz con su mujer, María Martín, a la que recuerda con mucha pena.

—–  ¿Y cómo llega uno tan lejos en la vida?

—–  Pues supongo que el no tener jefe influye; luego haciendo buena vida en el campo, la casa y los bares; y comiendo bien, que de eso no me quejo.

A los 105 Francisco Núñez aún paseaba solo por Bienvenida, visitando a los hermanos que aún viven de los siete que tuvo. Luís tiene 93 años y Jacoba 91.

Sin embargo… parece enfermar de pena cuando se acuerda de sus otros dos hijos fallecidos, decae su ánimo cuando se siente “un inútil” y sufre esos altibajos que él dice “son propios de la edad”.

Francisco Núñez Olivera es un tipo estupendo, el abuelo del mundo, al que he querido incluir en el catálogo de mis únicos… que ya sabes que con los extremeños los gallegos tenemos algo muy en común: el idioma, más antiguo que el castellano antiguo. En algunos pueblos de por allí aún se fala galego.