galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

CENICIENTA – Por Celsa Barja*

Fotomontaje de Karina Beatríz Martínez

Intacta la caricia de sombras, como la fruta que se abre virgen al fuego, te la doy… Te entrego la plegaria de la premura, la que se escuda más allá del tacto, la que se viste de la curva húmeda del beso, la que se injerta en tu piel para hacerse deseo acorralado… Se convierte en voz este abrazo…

Toda yo caigo irremediablemente en un glosario abstracto. Caligrafío el aire en el que te voy labrando, silenciosa e inacabable. Siempre inacabable. Desbordada de sonidos que te nombran… A eso saben mis manos abiertas, a pronunciarte a oscuras desde cada resquicio en el que sólo encuentro el eco de mi textura.

No bebo tu boca, sino el hueso desnudo de tu vacío. No tiemblo a tu espalda, ni a tu pecho, ni al rasgar de esta desnudez tu mirada… No me hieres por habitarme líquido. Ni por cruzar a hurtadillas el grito denso de mis entrañas. No me hieres y eso me mata, porque quedo incompleta, como una planta aérea a la que el viento no consigue posar en la tierra que la llama, como al telar ridículo de la historia de los tiempos al que se le ha soltado alguna trama.

No me caben los escombros de los sueños en las venas y la desilusión, empapada, pesa demasiado en el alma. Remuevo las cenizas de tu imagen y como locas se me enlutan las palabras… Ahora sé que latido a latido se conjura el zapato de Cenicienta con el frágil cristal  y el charol de la gramática…

Dan las doce, me subo a mi calabacín con un aullido de amor traicionando en su silencio mi propia garganta…

* Celsa Barja es poeta y ourensana.

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