galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

RIBEIRA DE PIQUÍN – El admirable paisaje.

El bosque, los prados y la aldea bonita; un paisaje admirable.

Si quieres hacer amigos vente hasta Ribeira de Piquín. No hay gente más hospitalaria en toda la comarca de Meira. Es joven como municipio y territorio de magnífico paisajismo, admirable desde sus montes.

      El Eo, su río principal nacido en la sierra próxima, es un adolescente que se abre paso a marchas forzadas entre el verde de los prados y el colorido primaveral de los árboles.

      Si buscas el pasado encontrarás huellas bimilenarias de la historia de la Gallaecia en forma de minas; y testimonios primitivos, precélticos y célticos.

      Procura también el momento para degustar esa gastronomía sencilla inspirada en lo tradicional y saborea los más auténticos frutos de esta Tierra.

      Dicen por aquí que la puerta siempre está franca…

      Aunque los rostros curtidos en los días de nieve y sol, reflejan la nostalgia por los ausentes, que son la otra mitad de los presentes.

      Ven a Ribeira de Piquín y déjate llevar por su naturalidad.

Aquí la puerta siembre está franca, que ésta es gente hospitalaria.

      La capital municipal es Chao do Pousadoiro y está a solo cincuenta kilómetros de Lugo. Pertenece a la comarca de Meira y su economía se basa primordialmente en la agricultura y en la ganadería.

     Este es territorio poblado desde muy antiguos tiempos, como lo demuestran importantes hallazgos arqueológicos, especialmente los restos de un poblado primitivo que hubo cerca de A Pena da Nuria y los restos de la cultura céltica y precéltica de A Insua.

     A lo largo del territorio municipal de Ribeira de Piquín hay pues, mucho que ver. Como por ejemplo las medorras de Chao de Vidueira y de Ouviaña, en os Baos. Los castros de Navallos, Cabaceira y Piquín. La necrópolis romana de Navallos. O las iglesias de Piquín y de Navallos.

      El dato más triste de esta tierra lo aporta el descenso de población que se produjo a principios del siglo pasado, cuando sus habitantes sobrepasaban los dos miles.

      La emigración redujo a un cincuenta por ciento la población y aún hoy son numerosos los vecinos de Ribeira de Piquín que no han podido regresar y viven en América, principalmente.

     Como en la mayor parte de los municipios de la Galicia interior, la emigración fue la página más negativa de su historia.

El Eo en Chao do Pousadoiro       

 Lo dijo el maestro de geógrafos, Ramón Otero Pedrayo.  El Eo comienza a llamarse así poco antes de Piquín, cuando se unen los regatos del Val de Baleira con los del monte Muradal y los del Monte dos Texos.

      En la sierra del Cádabo tiene su raíz más alta, concretamente en un lugar de la parroquia de San Pedro da Asperela. Desde allí, el Eo fluye profundo por algunos de sus tramos iniciales, desiertos.

       Los montes y los ríos protagonizan las postales naturales más impresionantes de Ribeira de Piquín.

       El Eo, en este su tramo inicial, nos invita a conocer espacios mágicos y únicos, en los que abundan los bosques autóctonos con gran variedad de flora y fauna. El azor, con su vuelo majestuoso distingue desde el cielo como juegan en el bosque los gatos monteses con nutrias y martas.

        Quizá el lugar más bello de este trayecto inicial del gran río lo suponga el meandro de O Chao Grande de Santalla, originado, según Isaac Rielo, por las dificultades que encontró el Eo para crear su curso,  en la angostura de Boel. 

          Un poco más abajo, este río, cediendo ante el mayor caudal e impetuosidad del Rodil, se replegó sobre si mismo buscando nuevo curso y originando con ello una lengua de tierra con una configuración muy especial que recibe el nombre de Ínsua, por hallarse rodeada de agua casi por completo, y que un día fue horadada en el tramo de arranque, por los romanos, de ahí lo de Montefurado. Era el lugar de búsqueda de las pepitas auríferas que, según la tradición de entonces, bajaban acompañando las aguas del Rodil.

           No hace mucho tiempo se han descubierto en las inmediaciones de Os Cangos restos de emplazamientos de bancos para lavado de minerales preciosos y vestigios de hornos para la cocción de arcillas.