galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

¿Y AHORA QUÉ, PEPIÑO?

MURIÓ CON LAS BOTAS PUESTAS

Por Eugenio Eiroa

Abrí el Facebook este mediodía y… la triste noticia me la dio allí, otro gran amigo, otro maestro de la Radio, Xerardo Rodríguez. Ahora ya no hace falta que te llamen por teléfono. El Facebook es una especie de «Hola» instantáneo que, al menos, sirve para esto.

¿Y ahora qué… Pepiño? ¿Y ahora qué? 

Porque lo primero que se me vino a la mente fue pensar en una Radio sin Pepe Domingo Castaño. Y no soy capaz de imaginármela. 

Pepe Domingo quiso morir con las botas puestas. Y lo logró. Sin duda que lo logró. Andaba últimamente con una infección persistente de garganta que le tenía preocupado. Al ingresar en el hospital para solucionarlo, descubrieron que tenía otra infección en otra parte. Y una más otra, generaron una infección general fulminante y de ahí a la muerte, nada, poco menos que un instante si me apuras. 

Y se fue, así, inesperadamente, sin avisarnos, sin decirnos estoy mal, me voy a ir. Se fue, como si se tratase de la instantaneidad del gol, se fue como… lo inesperado y emotivo de esos momentos épicos que en la Radio tantas veces narró, glorificó, celebró y tan hábilmente nos transmitió. Se ha ido fulminante y fulminado, con el recuerdo de la espectacularidad de los anuncios en su boca, transformados los reclamos en espectáculo radiofónico de popularidad infinita, en show en las ondas que jamás otro será capaz de hacer como Pepe lo hacía.

Ha muerto José Domingo Castaño Solar, «Pepe Domingo Castaño», 80 años. No era un gigante de la Radio, no. Era mucho más que eso: la Radio era él. 

Tendría tanto que contaros de Pepe Domingo Castaño… tanto, tanto, tanto, que me niego a hacerlo porque estoy seguro de que sería muchísimo más lo que me olvidaría y/o dejaría de reseñar aquí, que lo que aquí consignaría o podría consignar. Porque Pepe era eso, la Radio. Sin algunos individuos de la enorme categoría de Pepe Domingo, la Radio, creedme, existiría, pero la escucharía muy poca gente.

Pepe Domingo era imprescindible. Y todos los años se lo hacían presente, pidiéndole que renovase su contrato con la COPE, bien a pesar de que los años pasaban y él estaba cada año más mayor. Y el accedía; ponía condiciones -porque el cansancio físico hacía mella- pero ahí seguía, año tras año… No le retiraron los oyentes, ni un memo instalado en un despacho directivo, vino a buscarle la parca en un inicio de una nueva temporada radiofónica y se lo ha llevado. Así, de golpe y porrazo. Sin más explicaciones. Y nos ha dejado sin él, nos ha dejado huérfanos, verdaderamente huérfanos. Porque algunos no conseguimos imaginar la Radio sin Pepe Domingo Castaño, sin nuestro querido Pepiño.

En los últimos tiempos, tras un pasado de cercanía radiofónica, nos cruzábamos algunos e-mails cada año. Seguíamos estando en contacto. El siempre respondía… Cuando la Covid hizo mella en nuestro querido Pepiño, le escribí para felicitarle por la recuperación lograda, aunque tan dura hubiese sido. Le faltó tiempo entonces para decirme:

Hola, Hola ¡¡¡
¡Ay, mi querido Eugenio, cuántos buenos recuerdos regresan siempre al leer tus correos!
Quiero agradecerte tu cariño de tantos años, que es recíproco.
Espero que podamos vernos pronto en RIAL para brindar por la Vida con un buen pulpo y un buen vino.
Te envío todo mi cariño y mis mejores recuerdos de un tiempo inolvidable de Radio y de Vida. Un abrazo enorme.

Escribo estas líneas más por obligación moral, por profundo respeto hacia la figura de Pepe Domingo que por verdaderas ganas. No tengo ganas de nada porque las lágrimas con tantos recuerdos de momentos de trabajo compartidos y de otros momentos muy especiales fuera de antena… vienen ahora a visitarme. Pepe era mucho más que un maestro de la Ondas, un radiofonista increíble, un mago que transformaba la publicidad en un espectáculo radiofónico, un presentador, animador, creador… como no te puedes imaginar. Pepe era por sí mismo, la Radio.

Él estaba en Madrid anclado y yo estaba en el Noroeste ibérico. Pero la amistad, el trato, la relación… jamás feneció, aunque yo llevase ya un montón de años fuera de la Radio. Últimamente, yo le enviaba fotos de mis excursiones por Padrón, de sus lugares mágicos, de los rincones del Ulla en Herbón, de Santiaguiño do Monte… del pulpo en «Rial» que me había comido allí este verano… y él siempre lo agradecía, siempre se emocionaba con los recuerdos e imágenes de su tierra, a la que se escapaba cada vez que Madrid se lo permitía.

Ahora, el Sar ya no verá pasear por sus orillas a Pepe Domingo. La carballeira de Herbón ya no le acogerá en una merienda de amigos, despachando una inolvidable empanada de xoubas y unas tazas de tinto de Barrantes. Ya la gran barandilla del Convento del Carmen no servirá para hacerle una foto como la de aquel día en que le retratamos para un reportaje en el «Rías Baixas Tribuna». Ya la tierra de Rosalía, de Camilo, del Ulla y del Sar, de los grandes días festivos de la Pascua… no volverá a verle, a él, a su hijo predilecto por excelencia. 

Hace un año, al final de agosto de 2022, cuando le hicieron «Hijo predilecto de Dodro», hablamos. Le dije:

—- Así tiene que ser Pepe, los homenajes siempre en Vida. Me alegro de que, aunque sea ahora, al borde de los 80 años, el reconocimiento de la tierra que te vio nacer, te llegue, a tiempo aún, como debe de ser». Y le hicieron «hijo predilecto». Estaba muy contento, muy agradecido -como él siempre fue-, muy emocionado…

Hoy no llueve en esas tierras de Lestrobe, donde nació Pepe Domingo. Hoy domingo, precisamente domingo, el agua que cae del cielo son lágrimas, lágrimas por el «hijo predilecto» que inesperadamente se ha ido…

Cómo chove miudiño
Cómo chove miudiño,
cómo miudiño chove;
cómo chove miudiño
pola banda de Laíño,
pola banda de Lestrobe.
¡Cómo a triste branca nube
truba o sol que inquieto aluma;
cál a crube i o descrube,
pasa, torna, volve e sube,
enrisada branca pruma!

…/…

Cómo chove miudiño
Cómo chove miudiño,
cómo miudiño chove;
cómo chove miudiño
pola banda de Laíño,
pola banda de Lestrobe.