galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

BATALLAS FEMINISTAS Y OTRAS COSAS

Cabecerita

MARÍA XOSÉQUEIZÁN Y LA BATALLA FEMINISTA DE CLARA CAMPOAMOR

          María Xosé Queizán es para mí en el recuerdo una noticia temprana cuando llego por segunda vez a Vigo, ya con la intención de quedarme de por vida, después de tres años inolvidables pero insuficientes para mí en Pontevedra y Madrid. Me habló de ella Francisco Javier  Pérez Gil (Chuco para todos), periodista de altos vuelos que de tanto volar se fue a Venezuela a probar fortuna y allí murió. Chuco, que trabajó en París con Alberto Oliveras, un mago de la radio en su tiempo, había hecho mucho por el teatro vigués, en el que se batió el cobre muy joven la actualmente primera inspiradora del más atractivo feminismo gallego. Al frente está de las que no quieren la palabra silenciada.

María Xosé Queizán

         No obstante, a María Xosé, que conserva la “qu” en su apellido, frente a ese director, autor teatral, actor inmenso en todas sus facetas que es su primo Maximino, ha cultivado y ojalá lo siga haciendo sin desmayo mucho tiempo, todos los géneros, desde la novela al cuento o el teatro; y bien, en gallego, por supuesto.    Confieso mi debilidad por “Amor de tango”, que suena a arrabalero y a mí me pareció una cosa muy seria cuando debatimos con ella y  Manuel Bragado, su editor, y yo solo supe encontrarle una pega: entre la ficción y el rigor de los hechos cotidianos de la ciudad olívica que retrata, el lector puede dar por bueno que aquella doctora Olimpia Valencia, tan querida y popular, era la primera mujer médica de Galicia, cuando lo cierto es que solamente fue, y no es poco, la primera de Vigo. Pero era una novela, no un libro de Ramón Villares sobre la historia de Galicia.

        Aficionado a los avatares de la mujer en este mundo nuestro, sigo a Queizán todo lo que puedo y el próximo día 25 de este mes, o sea ya, procuraré no perderme su conferencia “Clara Campoamor. A feminista republicana que conseguiu o dereito ao voto para as mulleres”; en el antiguo Rectorado vigués a las ocho de la tarde.     Supongo que algo nos dirá la directora de “Festa da palabra silenciada” del miedo que tenían muchos políticos españoles a conceder el derecho de sufragio a sus esposas e hijos, no fuera a ser que la papeleta en lugar de o demo se la llevara el cura más próximo.

       Ese Vigo en el que nació María Xosé, que lo evoca “contemplando desde o balcón (da rúa Urzáiz) toda a ría de Vigo, escoitando os tranvías, os trens e as sireas das fábricas…”

       Qué hermoso recuerdo y nada mas ya. Los tranvías, que cumplirían un siglo el año próximo, se fueron en el 68 y dejaron de acarrear campesinas y obreros, que algunos ahora no suben en el Vitrasa porque el paro les ha paralizado también el ánimo a la par que les vacía el bolsillo y se quedan en casa  a sufrir en soledad los resultados de las políticas de la señora Merkel.

       Las fábricas disminuyen por lo mismo y quizá porque algunos “visionarios” tiraron por el lado cambiado y en lugar de equilibrar industria y comercio aceptaron los planes de Felipe González para echar abajo el naval y tantas cosas, en tanto se apuntaban a los servicios, interesantes pero insuficientes para dar de comer a tantos.

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       María Xosé Queizán tiene en Vigo un parque con su nombre, en el que disfrutamos con los nietos de alguna que otra sombra en el área que ocupaba la casa de indiano del prócer García Barbón, según nos ha contado X. R. Iglesias Veiga en un libro espléndido aparecido hace muy poco.  Ese rincón, fotografiado por Iago Pastoriza, es un símbolo de la ciudad que aspiramos, para que vuelvan los camelios y los naranjos, también los olivos.

      Don José, es decir García Barbón, dice una leyenda que dejó Verín y se vino a Vigo porque en la población ourensana trataba mal a los árboles. No sé en sus tiempos, pero hoy, la masa forestal es como las mujeres: casi siempre quedan de segundo plato.

      Perdón mi entrañable y admirada María Xosé por ser observador y no dejarlas a el primero que merecen. Cuenta conmigo en la claque, para aplaudirte a rabiar. Si no me da vergüenza, que a lo mejor me consideran demasiado escorado a la derecha para estar por allí; se que tú eres respetuosa en ocasiones hasta con los que no te respetan.

NÚÑEZ, PÉREZ Y BAHÍLLO,  LA PALABRA QUE NO SILENCIAN.

       Como escribo antes del jueves 20 no puedo confirmar que haya “paroleado” en un ámbito privado con estos tres vigueses de pro que tienen más mili de tertulianos que Millán Astray, que Dios tenga en su gloria si la gloria está suficientemente lejos.

Carlos Nuñez

       Son ellos, uno Carlos Núñez, excelente diseñador y experto en tráfico que no va siempre por la izquierda, aunque sea rojo como el carmesí o rojo Cartagena, que vaya usted a saber si no es peor mentar la soga en casa de los cantonalistas con el señor Mas al acecho. Fue  concejal con Manoel Soto en el  primer mandato democrático, allá por el 79 en el Vigo de sus amores y sus fugas, que Waldo López Mazaira, el jefe de la policía social y luego comisario tenía especial aprecio a sus huesos carcelarios.

Manuel Pérez

      Dos, Manuel Pérez, único alcalde que ha conseguido mayoría absoluta en Vigo y además con las siglas del PP… pero que no contaba con aquello que decía Pio Cabanillas, el pillo de Pompean: que hay que agacharse cuando vienen tus correligionarios. Se quedó erecto y Xosé Cuiña, todopoderoso líder de los alcaldes de la boina, le tumbó a la bartola en el Europarlamento. Ahora está otra vez en la Inspeccion de Trabajo y habla que hablarás por los micrófonos de varias emisoras viguesas sucesivamente. En la compañía de los otros dos citados ya hace mucho tiempo.

Jesús Bahillo

     Jesús Bahíllo, que los “tiernos” serán los primeros, y él era de don Enrique y el PSP hasta las cachas, que lo pude comprobar en el seno de la Xunta Democrática, donde teníamos gente del Partido Comunista por todas partes, aunque eso sí, eran buenos elementos que peleaban como nadie para acabar con el que murió en la cama como un bendito. Bahíllo, que ha  vendido Mercedes como un señor, está en la dirección del Club Financiero desde el principio y se nota; va bien el actual Círculo de Empresarios-Club Financiero y los presidentes sucesivos están a gusto con nuestro hombre, que no es gallego pero lo parece.

       Les he oído en Onda Cero quejarse de la discriminación a esta ciudad del sur de Galicia y que Manolo Pérez decía aquello de que “Vigo se escribe con be de Barcelona”, si no lo anoté mal.

       Siempre que nos de un crédito La Caixa, con lo difíciles que  están…

DE UN ENCUENTRO EN PONTEVEDRA

La fuente de la estrella o terraza del Carabela.

          En la entrega anterior de GU revista digital me tiraba los tejos Xerardo para que rememore el viaje de miña dona y servidor a Pontevedra en un día hermoso, porque estuvimos con ellos, que allá por el 63, en el “Entra y verás” donde libábamos y comíamos con Huete padre, Conde Corbal, Cochón, Durán y tantos otros, aleccionábamos al capitán de esta nave y a su amor.

         XR y Gloria López eran célibes y nosotros teníamos una corta experiencia de casados, cuando las mujeres de 18 años como la  mía te llegaban generalmente con el himen en su sitio y no en la nuca. Aun tardaron un poco la marinense y el ourensano en santificar su amor  y algunos periodistas y escritores gamberros vinculados a aquel especial Diario de Pontevedra, recuperado pero evidentemente de calidad muy inferior al de hoy, porque los medios son los medios, podíamos convertirnos una noche en grafiteros y escribir no en la pared sino en la correspondiente página del  periódico, un expresivo titular: “Marin es la gloria”, puesto así en minúsculas para que solamente nosotros estuviéramos al corriente de la intención. Cualquier día tengo que hablar del Carabela, que es una deuda de antiguo.

         Hoy, para darme gusto, me iría solito a Carreira, el nido de amor de los tórtolos maduros que no verdes  y les pintaría en la caseta del gasóleo para el agua caliente y la calefacción:

       “Aquí viven dos enamorados. Que no salgan ni entren, que tengan juntos los corazones y no se los enfríe Pescanova o se los caliente esa FENOSA que, por mucho que recordemos los viejos carteles de la protesta, dejó de ser nosa hai moito tempo.  Y de Pescanova según están  las olas, qué voy a decir.

Gerardo GONZALEZ MARTÍN

 

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