galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

BURELA, PUERTO BONITO

      Navegando desde La Barrosa por el mar de Lugo,  Burela abre un hueco entre acantilados esculpidos por el Cantábrico en sus días de furia.

      Ya se sabe que en A Mariña algunas olas bailan sobre las rocas y otras besan la paz de la arena, mientras a lo lejos cabalga sobre ellas el barco marinero en busca del bonito.

      Hemos de pasear los espacios solitarios para mejor escuchar la sinfonía que cautivó a los celtas del castro Chan y perdernos entre el inmenso mar y las multiformas de la rasa, que impone la ley del pasado.

      Frente a este Cantábrico, si conversamos con la historia, veremos Irlanda en el horizonte infinito.

      Y cuando ya no queda trayecto nos perdemos entre la ficción y la realidad, animados por la luz marinera y la belleza que provoca el grandioso escenario final.

UN MAR SINFÓNICO

      Antes de independizarse como municipio Burela perteneció a Cervo que también es ayuntamiento. A mí me gusta visitar primero Cervo por dos motivos.

     Primero porque en San Cibrao, su puerto, hallamos la información precisa acerca de la historia marítima de esta costa: un museo resalta aquí la importancia que tuvieron los oficios tradicionales relacionados con la pesca, las balleneras o las fábricas de salazón. Merece la pena obtener aquí información para comprender mejor todo.

      Tras la visita al museo hay que ir a Sargadelos, una de las más prestigiosas fábricas europeas de cerámica y un centro de estudios artísticos que es punto de encuentro de la diversidad cultural.

      En Sargadelos te invito a caminar por el romántico Paseo de los Enamorados, que también nos permite conocer el emporio de la antigua Real Fábrica, con el pazo residencial y la casa de la Administración, edificios cargados de historia.

     Luego, de nuevo en la costa,  el trayecto entre San Cibrao y Burela forma la zona geomorfológica conocida como la “rasa cantábrica”. En realidad es una constante sucesión de calas y acantilados, a cada cual más hermoso, que parecen  empeñados en  ascender hasta las montañas próximas, de donde bajan los ríos Cobo y Xunco.

PUERTO BONITO

      Burela es como un planeta. Los espíritus del castro Chan dicen que el Cantábrico furioso solo se calma con la convivencia. Por eso…

     A bordo estamos todos representados. Negros y blancos. Indios americanos, blancos centroeuropeos,  gallegos de piel de salitre, caboverdianos, peruanos, rumanos…

     Así es. El barco sortea los peligros del temporal cuando compartimos el miedo y tendemos la mano compañera. Incluso cuando lloramos juntos la tragedia que nunca se olvida.

     Por eso esta villa es un mundo, un ejemplo para otros mundos a los que llegan para huir, los que nacieron huyendo.

     Como hicimos nosotros. Conviene recordar que también huimos de los mismos males de los que nos curaron aquellos gallegos de aventura a los que llamábamos indianos.

     Sin embargo, en esta villa universal ya todos hablamos el mismo  idioma,  aunque maticemos el acento.

     Convivimos. Trabajamos, nos divertimos, cantamos, bailamos, sufrimos, rezamos, navegamos…

     Juntos. Como arena de una misma playa. A bordo del mismo barco.

FLOTA DE BURELA EN 1966

     Burela nació celta en el castro de Chan, pero creció, por encima de todo, marinera.  Su desarrollo como villa se lo debe a su puerto, a una flota especializada en el bonito y en el pez espada, que son las dos estrellas de su lonja. La costera del bonito, es toda una cultura que mezcla pesca y fiesta popular. 

     El Puerto de Burela está considerado el segundo más importante de la Costa Cantábrica y el primero en descarga de atún fresco, desde que, en 1950, se construyó su primer dique.

      Los barcos traen a bordo el “Príncipe Azul”, pero el auténtico bonito del norte es el Cantábrico. Lo apreciaras mejor si te sientas en el gran  mirador de la villa de Burela, el Monte Castelo.

      Desde aquí, bien se ve la grandiosidad de su puerto, el Facho e incluso su original Virgen del Mar. Y la importancia turística que cobra la villa, día a día, gracias al “mar bonito”, que es quien genera tanta belleza. Porque…

AMANECE EN CALMA EN LA PLAYA DE BANDERA

      Por una parte, este mar es un grupo escultórico de rocas a las que las olas dieron caprichosas formas: acantilados impresionantes que emergen de verdiazules aguas entre la espuma blanca que produce el batir del mar…

     Pero el Cantábrico también se acuesta sobre doradas playas como A Marosa, que marca el inicio de la costa burelesa.  O La Playa de Ril, o la de O Cantiño o la playa urbana de O Portelo, la más concurrida cuando el calor aprieta.

    Este es el “bonito cantábrico” que deberás conocer con perezosa calma.