HAY UNA VELA EN EL RECUERDO…
“CARMEN”
Por Gloria Gayoso Rodríguez, Buenos Aires
La casa era una torre,
una escalera multiforme al cielo,
intentando abrir compuertas
hacia una luna roja de boceto.
Sus piedras guardaban nuestra historia,
amasada en demorado intento.
Las ventanas mentían realidades
desde sus diminutos huecos,
glorificaban nuestro desvarío
con sus luces fragmentarias
al viento.
Los días se estiraban cual gatos
sobre nuestra impaciencia de guerreros.
Crecer era la meta.
Abandonar el templo
y volar avezados como pájaros
aventureros.
La casa era el refugio instalado
en el vórtice de entrada,
en el sostén del abrazo sempiterno.
Sus muros eran petos cuidadores,
guardianes de alegrías,
cómplices de desdichas,
cobijas de concreto.
Los techos nos aislaban de las lluvias
y equipaban de límites
veredas de proyectos.
Después las playas y sus olas
hicieron encallar los tibios sueños,
pero la casa sigue allí
santiguando el firmamento.
Hay un carmen oculto
tras las puertas
y una vela encendida
en el recuerdo.