galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

LA VENEZUELA HERMANA

Del blanco de la nieve al verdiazul del Caribe.

         Más de un millón de personas nacidas en la Galicia Única ejercen su galleguidad en los cinco continentes. Son hombres y mujeres con dos patrias. La nativa tierra y el país donde residen. Muchos, forman parte del entramado socioeconómico de sus naciones adoptivas: son empresarios de prestigio que han sabido integrarse en la sociedad que les rodea. Otros, sin embargo, solo consiguen sobrevivir. Pero todos siguen siendo gallegos de alma y vida, capaces de, incluso en la distancia, conservar sus señas de identidad.

         Venezuela no es la excepción y en estos momentos convulsos, de incertidumbre, quiero estar allí, contigo, recorriendo esa bendita Tierra  de la que me enamoré hace cuatro décadas. Te contaré mis historias.

 El verdiazul Caribe venezolano.                

DE LOS ANDES  AL  CARIBE

 

“…Tamén eu, irmá auga, teño
saudades da nativa Patria,
a que un día voltarei nunha caixa…”
(Celso Emilio Ferreiro)

 

        Celso Emilio regresó en barco con sus mejores poemas bajo el brazo. Algunos miles le imitaron. Pero a los más no les quedó otro remedio que quedarse en un país hermoso por todos sus costados, rico porque lo tiene todo y acogedor con la gente de bien porque saben que es la que contribuye a engrandecerlo.

        Tenía yo veintipocos años y el bolívar se pagaba a cuatro dólares. ¡Imagínate, chico! Aquello estaba llamado a ser Eldorado y no había un solo gallego que no sintiese envidia de quienes habían partido a Venezuela en aquellos barcos de entonces…

         Mi primo Alvarito fue uno de ellos. Tomó, sin embargo, el atajo de Buenos Aires, Montevideo y Río de Janeiro, previo y necesario para conocer bien Latinoamérica, enamorarse de su encantadora Mary, poder ver luego cómo crecían sus hijos y tener el privilegio de poder amar a dos países a la vez.

 La gran ciudad de Caracas...

        Álvaro Rodríguez, lo primero que hizo al llegar a Caracas fue hacerse socio de la Hermandad Gallega de Venezuela y en sus instalaciones de la Avda. de Maripérez pasó media vida hasta que se lo llevó un maldito infarto. La otra media la pasó entre su fábrica de ropita infantil y su pisito, una de cuyas habitaciones había reservado para Galicia… Allí estaban bien a la vista, un cruceiro, un hórreo, la bandera azul y blanca, diversos objetos de su querencia y ese espíritu de la Galleguidad que yo descubrí sin darme cuenta. Verás.

        Éramos como hermanos y nos prometimos que cada dos años, uno viajaría a donde estuviera el otro para pasar juntos, siempre que se pudiera, las vacaciones. Y así fue que gracias a él conocí bien Caracas y algunos de los lugares más hermosos de esta Venezuela a la hoy quiero rendir homenaje. Porque también es única y en ella habita mucha de mi gente.

 Hermandad Gallega de Caracas.

LA MORRIÑA

 

        Que quieres que te diga, yo también tengo morriña, mucha morriña… ¿Qué es lo que más extraño de Venezuela ahora que ya no viajo? Todo: gente, paisaje, mar, ciudad, amigos…

         Alguien me contó que este País era como la gran puerta de entrada a Latinoamérica y así debe de ser. Porque yo atravesé su umbral para penetrar en ese mundo que habla mi propia lengua y cuyo paisaje me resulta común, vaya a donde quiera que vaya.

         Venezuela me abrió esa puerta del continente y me enamoró porque subí a su montaña, penetré en su selva, toqué su cielo y sentí el calor de su mar. Además, mi idilio con Caracas fue como ese sueño feliz que cumples una y otra vez, para que se perpetúe a través del tiempo… 

Llegar a Caracas fue como un sueño... La ciudad, duerme.

LOS ANDES

 

       Carmen Victoria Pérez fue la mejor presentadora de televisión que se asomó a los hogares venezolanos. Entró en mi vida cuando hicimos aquel primer “Galicia para el Mundo” en el Parque de Castrelos, en Vigo; y desde entonces nos hemos dado una sana amistad. Con ella he compartido algunos de los momentos más agradables en mis días caraqueños… Ella fue quien me habló de la belleza de la “nieve” venezolana.

       Verás. La más larga cordillera del mundo, la de Los Andes, llega también a Venezuela por el suroeste, desde Colombia, para morir en el límite de los estados de Lara y Yaracuy. En el nudo de Pamplona, estas montañas andinas se separan en dos: a unas le dicen la Serranía de Perijá y a las otras la Serranía de Mérida.

       De estas impresionantes perspectivas yo me quedo con la Sierra de Mérida; porque te brinda la más variada gama de accidentes geográficos: desde su mayor altura, el Pico Bolívar con sus más de cinco mil metros y nieves perpetuas, va descendiendo por el territorio para crear mesetas, páramos, llanuras y valles de gran hermosura.   

       Imagínate los paisajes que puedes admirar entre la depresión del Táchira y la de Barquisimeto Carora. Ahí verás el más bello paisaje andino… Sus elevados picos se alzan hacia el cielo creando una muralla gigante entre Los Llanos y el Lago de Maracaibo.

       Si tienes ocasión no te pierdas estos paraísos nevados de la Sierra de Mérida.

Los Andes venezolanos, el gran contraste.

CERRO AUTANA

 

     Moisés Muñíz era un ilustre cardiólogo que tenía el corazón partido entre su Dena natal y esa Caracas que lo hizo crecer como persona. Nunca olvidaré al amigo que me recomendaba siempre no fumar “porque el tabaco mata”, aunque él se fue al espacio por un maldito infarto, sin saborear un solo cigarrillo. Moisés, como buen socialista, flipaba con las historias de los indios venezolanos y por eso me habló con entusiasmo de la “Montaña Sagrada”.

     Tiene Venezuela muchos “tepuyes” en una extensión de 1240 kilómetros cuadrados entre el Amazonas, al este del río Orinoco, y Sipapo, el territorio de los indios Piaroa. El más famoso es el Cerro Autana, el lugar sagrado de estos indios. Representa en su mitología el Árbol de la Vida del que salieron todas las frutas que mataron el hambre del hombre y los animales. El cerro lo atraviesa una cueva única en el mundo, formada enteramente por cuarcitas, de 400 metros de longitud con una altura de 40 metros.

El Cerro Autana.

EL ÁNGEL

 

        Mi amigo y compañero de infinidad de vuelos deportivos, Julio Dorado, es un magnífico piloto que tuvo la suerte, como yo,  de conocer desde el aire las selvas, los grandes parques y los espectaculares saltos al vacío que protagoniza el agua de los ríos,  en el sector más selvático de Venezuela. Cada vez que nos vemos,  la conversación gira en torno al verde de la Amazonía y al Parque Nacional de Canaima, sin duda uno de los lugares más bellos del mundo. En el sector occidental del Parque está el Auyantepuy, su “tepuy” más conocido.

       Te diré que los “tepuyes” son esas montañas planas que terminan con enormes paredes verticales y de este, del “Auyantepuy”, parte el Salto del Ángel, el más alto del mundo con sus casi mil metros de caída libre. Lo llamaron así en honor de su descubridor, en 1937, un aviador norteamericano, Jimmy Ángel.

La amazonía venezolana.       Solo hay dos formas de ver el Salto del Ángel: una es por tierra, desde puerto Ucaima, navegando primero durante tres horas por los ríos Carrao y Churún y luego caminando por un sendero selvático durante una hora. Y la otra, desde el aire, en avioneta. Esta visita es para gente con ganas de aventura… pero siempre merecerá la pena.

        Además conocerás a los indios Pemones y a los Mavacas, que le llaman al salto “Churún Merú”; y que tuvieron por chamán a un gallego de A Baixa Limia –ver listado de GENTE- , Manuel García Álvarez, posteriormente conocido como Tuparú.

El Salto del Ángel.

 

LOS ROQUES

 

      Mi primo Álvaro, sin embargo, era más de mar. Quizá porque pensaba que el inmenso Atlántico era el cordón umbilical que mantenía unidas a sus dos tierras: la de su dulce “morriña”, esta Galicia que tanto se parece a Venezuela a donde envió a sus mejores hijos; y esa otra, la “ribera del Arauco” que siempre salía a relucir en Cudeiro cuando, de jóvenes,  cantábamos en la Taberna de Jaime “Alma Llanera”. Álvaro me llevó a Los Roques que es Caribe puro venezolano, un archipiélago a 168 kilómetros marinos de ese Puerto de La Guaira… al que llegaron tantos emigrantes a lo largo de nuestra historia moderna.

El archipiélago de Los Roques desde el aire.

      Como a Los Roques solo puedes ir por el aire, desde Caracas, Margarita o Maracaibo, a no ser que tengas yate propio o de amigo, en la senda de planeo del aeropuerto ya te deslumbrará el color de ese mar cristalino que va del azul al verde en contraste con la arena blanca de sus playas.

      Aterrizas en el Gran Roque pero has visto desde el aire unas cincuenta islas diferentes y no sabes que hacer… si quedarte aquí o tomar un catamarán y refugiarte en una isla pequeña. A Álvaro le encantaban las playas casi solitarias y por eso nos fuimos aquella vez a Cayo Rasquí, lo más parecido a una isla privada porque solo hay una posada con muy pocas habitaciones. Fue un fin de semana único, cuando descubrí que una de aquellas islas se llamaba Madriski.

        Los Roques es lo más tranquilo de Venezuela; al Atlántico caribeño lo engrandece la existencia de lagunas, cayos, y playas de blancas arenas de origen coralino y aguas cristalinas de colores increíbles. Es un Parque Nacional desde 1972 y hay restricciones que favorecen tu intimidad: no hay hoteles de lujo, pero si pequeños lujos en una amplia variedad de posadas.

Una playa para para tí y para tu chica...

         No hace mucho, mis amigos y compañeros del programa “Desde Galicia para el Mundo” visitaron Los Roques. Volvieron todos con la sensación de haber visto el Paraíso… Te aconsejo que si vas a Venezuela programes un salto de por lo menos un fin de semana

MARGARITA

 

       También me resultan inolvidables, cada vez que hablo de Venezuela, los dos hermanos Piñeiro, Ramón y Pepe, a los que la vida les dio todo pero les negó el derecho a las tertulias de los atardeceres rojos de Brión, donde nacieron. En Venezuela fueron ambos muy famosos y su mejor obra fue la embajada gastronómica de Galicia en Caracas, “El Portón” de mis noches interminables, porque aquel arpa me sonaba siempre a muiñeira.

        A Ramón Piñeiro le encantaba Isla Margarita, tanto que me llevó un fin de semana para hablarme de un proyecto hostelero que iba a llevar a cabo allí, proyecto que truncó la Parca llegada de forma repentina y absurda.

Con grandes hoteles.

          Yo fui a Margarita en avión, media hora de vuelo más o menos desde Caracas. Pero si te da miedo volar puedes tomar un ferry desde Puerto La Cruz o Cumaná.

          Margarita es eminentemente turística, rodeada de playas para todos los gustos: con o sin olas, grandes o pequeñas, solitarias o con gentío. La isla en sí tiene lugares interesantes para ver: Dos castillos, Pampatar y La Asunción; una basílica, la de la Virgen del Valle, patrona del Oriente venezolano; y el fortín de Juan Griego.

           Además puedes montarte excursiones a tres islas cercanas: Coche, con una de las mejores playas del Caribe; Cubagua, isla fascinante; y Los Frailes si es que quieres bucear y admirar un mar de corales.

Los corales de Los Frailes.

          No podía faltar en la exuberante Venezuela atlántica un Parque Nacional. Margarita tiene el de la Laguna de la Restinga. Uno de los grandes placeres es comer marisco y pescado bajo una choza, después de recorrer la laguna en una pequeña lancha y llegar a la gran playa.

           Yo me quedé con ganas de conocer la península de Macanao, en el oeste de la isla. Según me contó Sindo, un camarero gallego que no cambia aquello por nada, es de lo más inaccesible pero lo más bello de Margarita.

Parque Nacional de La Restinga, Margarita.

CARACAS

 

         Mi amigo Luís Devesa, nacido al pié de las montañas de Bande, creció como gran emprendedor en Caracas, en donde llegó a ser muy popular. Él fue el inventor del “Mistolín”, el “Mr. Proper” de acá. Su publicidad y su “mercadeo” le abrieron las puertas de todos los hogares de Venezuela. Además Luís es el tipo más generoso que yo he conocido en mi vida y no te puedes dar ni idea de la cantidad de gente de acá y de allá a la que ayudó a sobrevivir en la jungla del exilio.

         Le quiero como a un hermano porque ha sido el sustituto de mi primo Álvaro a la hora de enseñarme la gran ciudad de Caracas, capital de Venezuela; con más de cuatro millones de habitantes; centro político, comercial y cultural de la República; y la patria actual de más de cien mil gallegos.

         Recuerdo un día que Luís, con ese cariño que me tiene, me dijo:

         —- Esta ciudad que adoras la voy a poner a tus piés…

         Y me subió al Ávila, cumbre y parque que se alza 800 metros sobre la capital venezolana. Ascendimos en el teleférico hasta el Hotel Humboldt.

Parque Nacional Monte Ávila.

          Allí me contó Luís Devesa que aquella ciudad había sido en un principio Santiago León de Caracas, nombre elegido en honor del patrono de Galicia, el Apóstol Santiago,  y de su primer gobernador español, Ponce de León. Caracas era el nombre de sus habitantes indígenas, en aquella época de la colonización.

          Para mí Caracas  fue siempre la diversidad y la cultura. Paseando sus bulevares  o sus parques los rostros de sus habitantes delatan la existencia de una “multiraza”,  producto de esa mezcla de hombres y mujeres que se produjo a través del tiempo. En ella radica no solo la belleza externa de esta gente sino ese carácter alegre, acogedor y divertido que te contagiará aunque vengas de la lluvia.

Atardecer en Chuao, E-410, postprocesado con LightZone y Gimp         Esta es una ciudad culta con más de cincuenta museos entre los que te recomiendo dos: el de Arte Contemporáneo “Sofía Imber”, con obras de los grandes artistas latinoamericanos; y el Museo de los Niños, el más original. No te pierdas el Festival Internacional de Teatro y disfruta del buen jazz en alguno de los pubs especializados. Aunque si hablamos de música, tendrás que ir a una verbena con sabor

Una ciudad que siempre baila.

         Con respecto a los sabores, la influencia migratoria en su gastronomía es grande, por eso hay restaurantes gallegos, canarios, italianos, mexicanos… Pero yo te recomiendo la cocina tradicional venezolana. Prueba el asado negro criollo, la arepa, el pabellón criollo (plato nacional elaborado a base de arroz blanco, judías negras, plátano frito y carne desmechada) o la ensalada de gallina. Acompáñalos con  la chicha, la tizana, el carato y el guarapo de papelón con limón, las bebidas tradicionales… ¡No te morirás de hambre en Caracas!

Los sabores de Caracas...

           Esta ciudad tiene un clima excepcional, todo el año, que te permite pasear a cualquier hora por sus calles, parques y plazas o reunirte en alguno de sus elegantes clubs, como el Jockey. Además, siempre hay cerca una playa.

          La arquitectura urbana mezcla lo colonial con el modernismo y desde cualquiera de sus rascacielos verás siempre espacios verdes separando el cemento y el hormigón.

Caracas, de noche...

          Sabana Blanca es su zona más comercial y en La Candelaria, casi cada casa es una embajada de Galicia. Aunque ese papel lo desempeña como nadie la Hermandad Gallega de Venezuela en sus grandes instalaciones sociales de la Avda. de Maripérez, con pulpo y empanada a tu alcance en alguno de sus varios restaurantes.

          Pero si estás en Caracas por el San Xoán no te olvides de ir a Valle Fresco para disfrutar de la fiesta con mis amigos…

          Son tantos que ya no me queda espacio para nombrarlos a todos, pero ellos saben que les quiero…

         Lo mismo que a esta Venezuela a la que únicamente le falta tranquilidad en las calles y que sus gobernantes devuelvan la sensatez al país. Ese es mi deseo, de todo corazón…

        … En Venezuela, para ser feliz, solo hay que vivir la vida.

Esto es vida.

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