galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

VIAJES DE LA SEMANA – Edición 577

MARTES, 26 DE JULIO 2022

En los años sesenta del siglo pasado todos los jovencitos de Ourense, hijos de familias pudientes, tenían una Vespa y con ella recorrían su mundo. Hacer setenta kilómetros en aquella moto urbana y por aquellas carreteras era toda una aventura. Te lo cuento porque, la primera vez que fui a Verín, lo hice en la motocicleta de mi amigo Canal y… por amor. Porque ella, la mas bella del Instituto, vivía allí su adolescencia, custodiada por los cigarrones del Entroido, que la imaginaba siempre con su traje de princesa en el salón del trono, al lado de sus padres, los condes de Monterrei. Por ella fui monárquico y lo que hiciera falta. Hoy, si te parece, vamos al valle donde Galicia y Portugal son un mismo territorio, donde yo tuve un gran amor juvenil.   

VERIN DE VERÍN

Cuando hablo de la villa del Támega comienzo cantando el viejo slow de Sinatra. Porque le pega la letra popular: Verín es Verín por sus aguas minerales, la razón que atraía a la villa del Támega a miles de agüistas, que así se llamó siempre a los que, bien por iniciativa propia o por consejo médico, hacían sus curas de salud a base de varias tomas diarias y de largos paseos por los bellos entornos del agua.  Algunos de aquellos agüistas se hicieron mayores visitando las fuentes de Sousas, Fontenova o Cabreiroá, auténticas embajadoras de estas tierras de Monterrei, en cualquiera de las ciudades de Europa a donde vayas. Porque son “mano de santo”, dicen aquí, para eliminar toxinas y para el riñón.

En el valle de Monterrei las aguas minerales tienen tanta importancia como los vinos con esta denominación de origen. Actualmente los viejos balnearios, que fueron principal causa turística de la comarca, aguardan que la iniciativa privada les devuelva la vida y Verín vuelva a ser aquel gran centro turístico que fue en la Belle Epoque, cuando sonaba en las gramolas “Beguine the beguine”.

Mientras esto llega, sigue siendo saludable visitar, entre otros, el recinto de Cabreiroá; con bosque y zonas ajardinadas, además de los edificios del antiguo hotel, la actual planta de envasado, y el “Templete de los Agüistas”, una construcción del 1907, octogonal con paredes interiores de azulejos, y en el centro una enorme burbuja de agua, que mana por un pequeño grifo.

VILLA MEDIEVAL

La villa medieval, amurallada, desciende por su ladera hasta el lugar que ocupó el primitivo parador de turismo. El edificio había sido un centro de cultura, en cuya imprenta se editaron importantes libros de autores ourensanos. Curiosamente, aquel parador se cerró para abrir otro en el propio Castillo de Monterrei, santo y seña del noble linaje de la España medieval. El actual parador es el nuevo símbolo de sus alojamientos. Pero en los sueños de todos los verinenses solo cabe la resurrección de los viejos balnearios aquellos, que traían a la villa a ilustres veraneantes de todas las latitudes peninsulares.

GENTE DIVERTIDA

Aunque Verín llega a su cenit de visitas cuando es tiempo de carnaval, que su Entroido es el más afamado y forma parte de un triángulo mágico con Xinzo y Laza.  Es una mezcla de rural y urbano, con personajes ancestrales y grandes desfiles modernos en los que el cigarrón es el gran emblema de la cultura popular.

Pero el paseo por la villa nos deja abundantes postales arquitectónicas, del pasado y del presente. Verín está transformándose en ciudad moderna.  Y sigue de moda aunque solo sea porque aquí conserva Roberto Verino su base, en la que crea los modelos de cada temporada, esos que le han convertido en uno de los diseñadores más conocidos del mundo.

Debes curiosear por el entorno de la Casa del Escudo, frente a la capilla de San Lázaro; la iglesia de Santa María la Mayor y el antiguo convento mercedario. Son las joyas antiguas de la corona.  

Te diré que la gastronomía es excelente y casa de maravilla con los vinos de la comarca.  Merece la pena desviarse de la Autovía de las Rías Baixas, la vía principal que nos conduce desde Madrid a esta capital del Monterrei gallego y al Portugal vecino.     

LA EUROCIUDAD

Donde empieza Portugal termina Verín, por la vieja carretera que atraviesa el Valle de Monterrei, nacido de la sierra santa de Queixa y de los montes del Invernadoiro. Chaves es la ciudad portuguesa más próxima. Es muy acogedora y está llena de atractivos históricos. Acercarse hasta Chaves es una de las propuestas del turismo de proximidad que hace Verín.

Porque Verín y Chaves forman en conjunto una “eurociudad” cultural que pone en marcha numerosos proyectos de interés común, puesto que chavenses y verinenses conviven y participan en actividades a uno y a otro lado de lo que hoy es una imaginaria frontera.

Desde Chaves hay que llegar al cercano Vidago, un típico balneario portugués del siglo XIX, que sigue funcionando a la sombra de su Gran Hotel, uno de los más lujosos y espectaculares del norte de Portugal. Además, posee una vieja alameda por la orilla del río. Disfrutar de un paseo por este entorno es todo un placer.

EL PARQUE

Desde Verín, los amantes del turismo de naturaleza podrán acceder a uno de los paraísos gallegos menos frecuentados, que se ubica en las estribaciones de la Serra de Queixa, entre los municipios de Vilariño de Conso, Laza y Castrelo do Val. Es el espacio natural protegido del Parque do Invernadoiro: es un territorio de cumbres cubiertas de pastos; de bosques de carballos y abetos; de acebos, de tejos; de soutos de castaños…  Un lugar fulgurante de valles profundos sobre rocas enquistadas por la erosión de los ríos, con restos de antiguos glaciares y saltos de agua en libertad que buscan un destino final desde el precipicio hasta el alto río Cenza. Por los montes próximos al Parque pasa la traza peregrina de la Vía de la Plata, en su trayecto por las tierras de Castrelo do Val y Laza. No es el más frecuentado de los caminos a Compostela, pero sí el más salvaje y bello.

Desde Verín tenemos a mano todos estos paraísos de verano y a las orillas del Támega más urbano el agua salta con alegría vital. El río es el espejo de la belleza de estas tierras de Monterrei. 

MIÉRCOLES, 27 DE JULIO 2022

EN BUSCA DEL NORTE

Pasó el día y pasó la romería. A la plaza del Obradoiro solo llegan hoy miércoles los peregrinos ávidos de espiritualidad. Se acabó la parada militar y la ofrenda al Apóstol que solo sirvió para que Felipe rey se solidarizase con los sufridores de los incendios forestales, mientras en la Plaza de la Quintana, al lado, la señora Pontón llamaba “bribones” a todos los Borbones. Sin embargo, nadie habló de la cacerolada de los sufridos trabajadores del Hostal de los Reyes Católicos, que están en huelga y les importa poco quien se aloja ahora en la misma suite que ocupaba Franco. Las historias de obreros malpagados no interesan a los editores. La Compostela veraniega ha vuelto a la normalidad, pero yo sigo viajando por la Galicia Única. Esta vez toca ir en busca del norte.   

NACE UN RÍO

Como punto de partida elijo la parroquia de Santa María de Ambosores, habitada por menos de un ciento de personas, que viven en 26 lugares, dispersos por la geografía de cuatro territorios municipales. Ambosores, pertenece al arciprestazgo de Ourol pero civilmente se reparte entre este municipio y el también lucense de Muras, y con los concellos coruñeses de As Pontes y de Mañón. Es un ejemplo claro de la diferencia de criterio en la distribución administrativa que Iglesia y Estado mantuvieron tradicionalmente en la Galicia de comienzos del siglo XIX.

En cualquiera de sus pequeñas aldeas resultará un placer escuchar el silencio de los soutos y de las fragas, en medio del paisaje verde que el valle ha ganado a la media montaña… y convivir otra vez con el pasado, escuchando el eco de los ausentes. Aún es posible recomponer la belleza del entorno. El topónimo AMBOSORES se refiere a uno de los lugares emblemáticos de esta zona, eminentemente rural: el río Sor nace aquí como producto de la unión de dos regatos, pero cobrará fuerza a medida que avanza hacia el Cantábrico, su destino final.                  

El Sor y el Eume, la hermosa ría de O Barqueiro… y finalmente la Estaca de Bares. Esta es mi propuesta para este miércoles en el que julio comienza a agotarse.

LOS PAISAJES

Desde Ambosores, parten caminos organizados en torno al curso del río que busca el mar del norte. Atraviesa un paisaje de mediamontaña con gran expresividad cromática, mezcla de cielos azules y grises, sol de los que no queman y valles verdes a veces entre sombras de niebla. El Sor bebe agua de regatos mil que, superando el vértigo de la cascada, surgen espontáneos de las cumbres suaves. Y saborea sorbo a sorbo la belleza de un entorno en el que crecieron árboles de fraga.

Aunque por fraga, en este norte, se conoce a la que humedece el río Eume en su discurrir por los entornos naturales de As Pontes. La Fraga del Eume se viste con una vegetación multicolor sobre la que predomina el verdoso tapiz característico de Galicia, que nunca en este lugar los árboles se muestran desnudos.

Otro río, el Landro, matiza las perspectivas de las tierras de Ourol, provocando una nueva sinfonía de agua. El Landro es el espejo nostálgico de las almas que habitaron sus ribeiras y se pierden aún en el mar de la ausencia.

Landro, Eume y Sor son los ríos del norte, las venas fluviales de As Pontes, de Muras, de Ourol y de Mañón.

Pero de Mañón es también la ría que llaman de O Barqueiro, paisaje de salitre de sublime belleza.  La Ría genera en este espacio una mansa bahía, en la que nacieron puertos y playas de acuarela de tiempos fenicios y aún más antiguos.

Y cuando alcanzamos el norte más al norte, aparecen el mar y la inmensidad oceánica desde la perspectiva del Faro de Bares. Cantan a coro todos los vientos en esta punta, mientras marinos acostumbrados al riesgo evitan los acantilados de aguja en el lugar en el que se funden los dos mares de la Galicia más marinera. Aquí encontramos el paisaje del éxtasis… cuando nuestra mirada se pierde en lo infinito.

Habitaron los egobarros la mediamontaña y los namarinos las márgenes del rápido Eume. Ambos pueblos eran dueños de los castros galaicos, de las tierras fértiles y del ganado. Los egobarros cultivaban las tierras de labadrío mientras los namarinos cuidaban de caballos, bueyes, vacas y ovejas.

Así fue, según la historia, hasta la invasión celta, en la Edad de Bronce. A partir de entonces, egobarros, namarinos y celtas formaron un mismo pueblo, más poderoso y rico, el origen de las actuales poblaciones que unen los senderos creados para contemplar la calma y la belleza del paisaje entre el Xistral y la Serra da Carba. Son los senderos que compartimos con el caballo galaico en libertad; que cruzan los viejos puentes sobre el alto Eume, el Landro y el Sor, los bellos ríos de este norte al que llegamos.

La sierra, los tres ríos, la ría y los dos mares. Todo está en el norte más al norte de la península Ibérica. La tierra, el agua dulce y la sal marina. El silencio de la montaña da paso al murmullo de los ríos, la ría entona la vieja canción de los ausentes y las olas, blanco y azul de los acantilados hermosos, interpretan la canción marinera de la vieja estirpe, enraizada en los barcos de vieja arboladura capaces de navegar entre los farallóns puntiagudos, refugio del mejor pescado y del mas sabroso marisco. Y todo bajo la misma bóveda celeste.

Espero que te haya gustado el viaje.

JUEVES, 28 JULIO 2022

Permíteme que, antes de nada, atraviese el Atlántico que nos une a las Américas para llegar a Montevideo y darle un gran abrazo a mi amigo Manuel Losa. Quiero felicitarle por haber sido galardonado este año por la Federación de Asociaciones Gallegas de Uruguay. Me cuentan que recibió la distinción emocionado y yo te digo que Manuel siempre transmite emociones. Lo hizo como librero culto, profundo conocedor de la Literatura universal. Ahora, que se ha convertido en cronista indispensable de la Galleguidad, llega de manera especial a nuestros corazones. Enviemos pues nuestra felicitación a este compostelano ilustre que hace patria a ambos lados del océano. En su honor, navegaré esta vez por el mismo mar que lo hizo el Arca de Noé.  

           “Ergo o meu estandarte de sol

            e nos outeiros brúa o meu corazón,

            que un día afiaron, afervoadamente,

            pola beira diste mar…”

(Antón Avilés de Tamarancos) 

POR LA COSTA SERENA

Viajando entre el castro celta y la ciudad antigua fundada por el patriarca que nos salvó del diluvio universal, hallaremos esta vez la paz del verano en la costa serena, bañada por la mas norteña de las Rías Baixas. Te invito a sentir el placer de pisar la huella castrexa en la Punta de Baroña, mientras las olas se deshacen en la arena de la playa dorada. A navegar la calma atlántica atracando en los muelles de Portosín y Porto do Son, para terminar en Noia conociendo la armonía del pasado. ¿Vienes? 

CASTRO

Al pié de este espacio atlántico existen lugares mágicos que se debaten entre la historia y la leyenda. El paisaje de Baroña, hoy punto de partida, nos da a conocer sus orígenes: aquí vivieron los “presamarcos”, uno de los más antiguos pueblos galaicos. Luego lo ocuparon los celtas invasores y posteriormente los conquistadores romanos. Estuvo habitado hasta la llegada de los suevos. Actualmente es monumento nacional y uno de los castros mejor conservados de Galicia. Su emplazamiento supone un valor añadido por la perspectiva marinera que lo envuelve.

LEYENDAS

En el Castro de Baroña no solo puedes viajar al pasado mas primitivo y admirar la belleza de la ría. Si dejas volar tu imaginación junto a lo escrito por Plinio es probable que en tu cerebro debatan la historia y la leyenda sobre la realidad de lo escrito por el historiador romano: cuenta que por este mar navegó Noé con su arca después del diluvio universal y que el Patriarca fundó la ciudad de Noia en honor a su hija Noela.

Entre la historia y la leyenda, también se movieron por estos hermosos lugares, en el siglo XVI, los caballeros cristianos que defendían las costas de los ataques piratas. A ellos debemos singulares cruceiros de Loreto o de capilla, que se pueden contemplar, por ejemplo, en Laranga.  

Puede que los piratas escondieran sus tesoros en cuevas como la de la playa de O Fonforrón. Dicen que, si sueltas un gallo en ella, aparecerá en Montemuiño, otro de los hermosos miradores de la ría, desde donde aparece la silueta de Monte Louro, en la otra orilla…

PORTO DO SON

Porto do Son es una pujante villa marinera a la que tampoco faltan otros atractivos. Aquí gira todo en torno a su puerto y a su flota. Tiene lonja y de ella sale pescado y mariscos para los grandes mercados nacionales. Es también la capital de uno de los más bellos municipios de cuantos se asientan en esta ría, por eso cuenta con un desarrollado sector servicios. En el casco urbano merece la pena conocer, además de las típicas calles con sabor marinero, la vieja casa consistorial, convertida hoy en un museo con un magnífico centro de interpretación del castro de Baroña y la Casa de la Cultura plena de actividades plásticas y literarias. Todo esto, con el telón de fondo del paisaje marinero, en el que destaca su estampa más típica: la de su puerto, sobre todo en esa hora en la que retornan las embarcaciones de bajura.

PORTOSÍN  

Portosín es también puerto pesquero, pero sobre todo centro de atracción turística desde la invasión romana. Su propio nombre así lo dice: proviene de Portos Sinus, una villa romana que fue el origen de todo. Esta es la playa de Compostela, ya que se ha convertido en el centro de veraneo favorito de los santiagueses, pero el turismo veraniego es de muy diversas procedencias. Viene atraído por su benigno clima, por sus hermosas playas y por uno de los mejores puertos deportivos de toda la costa gallega.

Además, la Villa de Portosín cuenta con todo tipo de servicios: hoteles, campings, apartamentos de alquiler, excelentes restaurantes… y todo cuanto hace más agradable unas buenas vacaciones.

Su configuración urbana es especialmente bella y en sus calles descubriremos un excelente comercio para atender la alta demanda en los meses veraniegos. Tampoco faltan los espacios verdes y las infraestructuras para el ocio, que complementan sus encantos naturales.

14 HERMOSAS PLAYAS

Desde Baroña hasta Noia, por la carretera que bordea esta costa serena, hay catorce hermosas opciones para los amantes del sol y la playa. En total, veinte kilómetros de arenales finos ubicados en enclaves de extraordinaria belleza. Playas nudistas, como Arealonga. Playas familiares, calas solitarias o grandes arenales como el que configuran, unidas, As Furnas y Basoña, sin duda mis favoritas, playas de cine que merecieron un Goya por la interpretación que hizo Javier Bardem de Ramón Sampedro, cuya historia ya conoces.  Son las dos primeras playas de este trayecto. A partir de ellas, puedes elegir entre estas otras, en el municipio de Porto do Son:  Sieira, Castro de Baroña, Arealonga, Arnela, O Fonforrón, Caveiro, A Guieira, Coira y la más concurrida, la de Portosín, que es urbana. Ya en el concello de Noia, Boa, Taramancos y O Testal, son otras opciones mas próximas a la villa medieval.

LA PEQUEÑA COMPOSTELA

Noia es villa medieval y al mismo tiempo una ciudad moderna. Mantiene vivas las huellas del pasado, con todo su esplendor –por lo que se conoce como la “pequeña Compostela”- y se abre como una ciudad activa y dinámica, que triplica en verano sus quince mil habitantes.

El dolmen de Argalo –al que se conoce popularmente como Cova da Moura- y numerosos castros atestiguan la presencia de los galaicos presamarcos, como primeros habitantes de este territorio. Pomponio Mela ya los cita en el siglo I antes de Cristo, en su libro “Chorografía” y sitúa el origen en la parroquia de Santa Cristina de Barro.

Noia crece como villa en el año 1168, cuando Fernando II de León le otorga su Carta Puebla. Y de su importancia en el medioevo da fé una famosa frase del Rey Juan I…

—- Mientras tenga en mi poder las sillas de Coruña y de Noia seré el Señor de Galicia.

Fue en esa época, cuando la villa vio crecer su gran patrimonio artístico-monumental. Destacan, principalmente y no puedes dejar de visitar: La iglesia de Santa María a Nova, gótica, que conserva el cementerio de mayor interés de Galicia, con una gran cantidad de lapidas gremiales y nobiliarias. La plaza del Tapal, que preside la iglesia de San Martiño, también gótica, con un rosetón magnífico y una portada principal de gran riqueza escultórica. En los alrededores de este templo, están los edificios señoriales del casco histórico, magnífico por su equilibrio arquitectónico.

También tendrás que ver la actual Casa Consistorial, con un claustro que formaba parte del antiguo convento de San Francisco y entre sus edificios residenciales el Pazo do Ouro, con un claustro románico que perteneció al monasterio de Toxosoutos.

La Noia moderna crece hacia el norte y goza de otros encantos como su Alameda, sus paseos marítimos, así como nuevos parques y plazas que reflejan la calidad de vida de la que disfrutan sus habitantes. Su proximidad a Santiago –a tan solo 30 minutos- hacen pensar que Noia mantendrá en el futuro el ritmo de crecimiento conseguido en los últimos años.

Organízate un fin de semana para seguir esta ruta y gozar de todo esto que te he contado.

VIERNES, 29 DE JULIO 2022

¿Sabes, presidente? Eso de que Griñán, Chaves, Madalena Álvarez y demás comparsas de la corrupción andaluza fundamentada en el negocio de los ERE, “son justos y no pecadores” es una falacia que me hace pensar en un posible indulto generoso de coleguilla socialista. En los archivos de todos los periodistas de nuestra grande España están todos los detalles por los que el Tribunal Supremo les ha condenado. Es indignante que el jefe del ejecutivo español se convierta en abogado defensor de aquellos que hicieron la vista gorda cuando un chofer se gastaba miles de euros de dinero público en “cocaína para todos”, otros “se iban de putas” a cuenta de las generosas subvenciones y los menos golfos “solo degustaban langostinos frescos en los restaurantes de postín” a cuenta del mismo presupuesto. Así que, presidente Sánchez, dirás lo que quieras, pero ya sabes que tus votantes podrán pasarte factura en las elecciones próximas que están al caer. Seguro que lo harán si el consejo de ministros que presides se atreve a conceder el indulto a esta gentuza, tras tantos años esperando esta sentencia de la que hablamos todos hoy.

Te quería dejar claro mi parecer, antes de emprender otro viaje por la Galicia Única, en mi tiempo de vacaciones. Hoy seguiré el curso del Sil que nos conduce hasta A Rúa, en Valdeorras.   

EL RIO DE ORO

Fueron mis amigos Marcial y Andrés quienes me descubrieron el plano cuasi cenital del lago de San Martiño, la villa, los viñedos y las montañas próximas. Cuando te subes al mirador creado por el hombre para disfrutar del paisaje de A Rúa percibes como el Sil es quien genera los espacios perfectos y por eso las gentes que aquí habitan buscan cada verano el frescor del agua y de los bosques de ribera que armonizan el paisaje. El agua vibrátil del río del oro es el espejo de las múltiples variaciones que ofrecen estos hermosos lugares.

El Sil es río principal de la Galicia Única por tres motivos: primero porque “es quien lleva el agua… aunque el Miño cobre la fama”. Porque proporciona a los viñedos rubios y tintos el punto de humedad necesaria para que la denominación vitivinícola Valdeorras goce de las preferencias de los sumilleres de medio mundo. Y porque de sus entrañas extrajeron el oro que se llevarían a la capital del Imperio las legiones de Roma, aunque para ello hubieran de desviar el curso natural del río.

El Sil discurre ahora impasible al tiempo pasado que nos recuerda el puente de A Cigarrosa cuando lo vemos reflejado en el mar interior en el que se miran, coquetas, la villa de A Rúa y también la de Petín. A orillas del embalse conocido como Lago San Martiño, los verdes espacios de O Aguillón son testigos de mil encuentros, porque supone el frescor que exigen los días calurosos de verano, con bellísimos senderos que conducen a las piscinas, a la alameda, al centro de pesca y al bosque de ribera más singular que he conocido, un gran regalo de la naturaleza para disfrute de propios y visitantes.

EL VINO Y LAS CUEVAS

Los calores de este mes de julio sirvieron para tostar la uva y es probable que este año se adelante el tiempo de vendimia, que ya se ven por el suelo esas hojas de las cepas que lo tiñen todo con mil ocres. La uva –godello o mencía- es el tesoro que nos da esta tierra fertilizada por el Sil con la ayuda del sol de justicia de cada estío. El fruto se convertirá en oro blanco y oro tinto, vinos con historia que habla de romanos y monjes sabios asentados en la Ribeira que ellos mismos sacralizaron.

En las viñas amadas suenan a veces cánticos populares salidos de las cuevas, viejas bodegas tradicionales, que en la actualidad suponen un lugar de encuentro en torno al vino y a la gastronomía de la zona. En ellas se celebran acontecimientos familiares, reuniones de amigos y se mantiene el vino de forma excelente. Son también una importante parte de la etnografía de Valdeorras. En cada cueva, cuando el sol se esconde tras las montañas, con la esencial presencia de los amigos, se improvisa la fiesta de cada verano.

HISTORIA

El origen de las principales poblaciones de Valdeorras y de A Rúa está en el pueblo galaico de los cigurros, que construyeron sus castros en Vilela, Fontei y la propia Rúa. Están sin excavar. Pero sería con la construcción de la Vía Nova cuando más se notase la transformación de toda la comarca, en la que la presencia romana fue muy importante. El puente de A Cigarrosa, varios mosaicos y lápidas encontradas en esta zona son excelentes huellas de la romanización. Ya en el medioevo la Casa de Lemos ejerció su dominio sobre Valdeorras. No te puedes perder una visita a dos muestras arquitectónicas muy interesantes de la alta edad media como son el Pazo de Fontei y la románica Iglesia de San Estebo.

LA ESTACIÓN

Al hilo de la historia de este hermoso municipio cabe destacar la llegada del ferrocarril en 1883, lo que supuso el mayor avance de A Rúa hacia la modernidad. Hoy el tren que aquí se detiene es un medio de transporte de los que debemos considerar “pintorescos”, pero esta villa comenzó a recibir turismo tras la inauguración de su estación.

Cuando estuvimos grabando el DGPM, hace unos veinte años, conocí a todo un personaje. Creo recordar que se llamaba Antonio, pero sí sé seguro cómo se llamaba su negocio, “Jamones Corzo”. El hombre llegó aquí cuando Portugal entró en la Unión Europea procedente de Tui. Ese hecho le obligó a dejar de vender bacalao a los portugueses y decidió crear una industria jamonera en A Rúa. Por lo que me contara mi amigo José Vicente, el que fue alcalde, no le fue nada mal el negocio de los jamones.

Es un buen ejemplo de gente con iniciativa, de emprendedores capaces de llegar al mundo desde un lugar tan tranquilo y alejado de las grandes ciudades como es A Rúa, a 103 kilómetros de Ourense. Si vas por carretera la mejor opción es por Monforte, olvídate de la antigua carretera que pasa por Trives, porque poco ha cambiado.  

LAS LEYENDAS

Cualquier visión de este territorio valdeorrense desde los montes que lo rodean resultará espectacular al viajero curioso. Y si es capaz de leer en cada reflejo del Sil y en cada piedra, descubrirá un pasado legendario, escrito en oro por románticos guerreros.

El Sil creó Valdegodos… “Val de ouro, cada pena seu tesouro”. Tesoros de oro y princesas cautivas convertidas en piedra por malignos mouros que se rememoran en este paisaje.

Dicen que también anduvo por aquí el legendario caballero Roldán, de vieja estirpe francesa, guerrero enamorado que pretendió el desencanto de su princesa. Aunque la leyenda continúa viva y la princesa sigue siendo de piedra, esperando tal vez la llegada de un nuevo caballero que venza el maleficio…

Merecerá la pena que reserves unos días de tus vacaciones para visitar A Rúa, un destino poco conocido pero muy hermoso del oriente de la provincia de Ourense.

SÁBADO, 30 y DOMINGO 31 DE JULIO 2022

Desde 1863 hasta 1998, más de 150.000 niños indígenas fueron separados de sus familias y llevados a internados estatales en Canadá. Estos colegios administrados por el gobierno y operados mayormente por la Iglesia católica, formaban parte de la política para lograr asimilar a los niños indígenas. A los menores no se les permitía hablar su idioma o practicar su cultura y muchos eran maltratados y sufrían abusos de todo tipo, incluso sexuales. El aterrador hallazgo de los cadáveres de 215 niños, estudiantes de uno de esos internados, la Kamloops Indian Residential School, ha puesto de nuevo el foco en estas siniestras instituciones. El macabro descubrimiento motivó el viaje del Papa a Canadá para pedir perdón por las atrocidades cometidas.

Mi amigo José Javier García Pena, habitual colaborador de Galicia Única, escribió una reflexión sobre el viaje papal, con la que, en honor de todos los indígenas de las Américas, hemos de abrir este fin de semana la crónica…

Llega tarde y a medias. El tiempo terrenal se le agota al gerente de la Sacra Empresa con sede central en el Estado Vaticano. Si de verdad el Papa de los católicos tuviese intención de arrodillarse ante los indígenas para pedirles perdón por todos los «errores» cometidos por los que fueron sus representantes en el continente americano, ya no le alcanza la vida ni las lágrimas para lavar tantos «horrores«. Hizo bien en comenzar por Canadá, porque su peregrinar a lo ancho y largo del Nuevo Mundo no debería hallar sosiego hasta alcanzar Tierra del Fuego. Cuando pase -si es que pasa- por Uruguay, lo invitaremos a conocer Salsipuedes, lugar maldito en el que el innoble primer presidente de la República, don Fructuoso Rivera, muy católico e hijo de católicos, cargó a muerte contra los nativos que hasta hacía poco le habían servido como carne de cañón. Quizás, si alguien le cuenta la realidad de aquellos hechos, este papa rioplatense recapacite y disponga la expulsión de la Catedral, de los restos del «héroe” aquel, inhumados a su deceso por cáncer dentro mismo del consagrado recinto de la Iglesia Matriz de Montevideo. J.J. García Pena.  

EL ALTO PARAÍSO MONTAÑÉS

Aquel sábado de primavera, con algunos de los picos de Ancares aún nevados, las tierras de A Fonsagrada comenzaban a florecer y las margaritas de los campos yermos se confundían con alguna mapoula, las flores blancas de las xestas, el alecrín amarillo del toxo y el brezo morado que crecía en los montes próximos. Solo tenía que asomarme a la ventana para contemplar aquella perspectiva. Jamás la olvidé. Corrían los años setenta y mi amigo Manolo Basanta se había empeñado en llevarme hasta sus orígenes, los mismos del galaico pueblo albión, primeros pobladores del territorio ahora compartido por los primos hermanos, que son gallegos y asturianos.

Fue en aquel primer viaje cuando mejor aprecié el canto rumoroso de los ríos y sus fervenzas, mientras me adentraba en el bosque encantado que aún hoy habita el elegante corzo ante la mirada atenta del águila, que está siempre en su reino. A lo lejos, la nieve ardiente de la montaña me decía entonces que tocara el cielo con las manos. Luego, más abajo, en el Alto do Acebo, un peregrino me invitó a que le acompañase por el Camino Primitivo para procurar el románico de la pequeña iglesia. Finalmente, en la villa, bebí agua de la fuente sagrada, tras haberme comido un señor butelo con grelos, en la muy antigua casa de comidas. Todo esto hice en aquel primer viaje con el buen doctor y estoy dispuesto a repetirlo hoy contigo, si te apetece venir al municipio mas extenso de España.         

LA GRAN ATALAYA

A Fonsagrada es el Lugo montañés más próximo a Asturias. Paso obligado de los peregrinos que siguen la primitiva ruta a Compostela y tierra verde en su conjunto, como si se tratase de un gran bosque encantado, porque de las entrañas de su paisaje surgen cien ríos que entonan los cánticos propios del agua danzarina y millones de árboles crecen en sus riberas sin que nadie les moleste. Te diré que hoy hemos llegado al extremo centro-oriental de la provincia de Lugo y a la más bella e imaginaria frontera de Galicia con Asturias.

Aunque A Fonsagrada es un típico municipio de montaña se accede fácil a la villa tanto desde la costa asturiana, como desde la cuenca del Narcea o desde la Autovía del Noroeste, de donde parten sus carreteras principales. Podría parecerte que, debido al inicial aislamiento que vivió esta villa, no contempla buenos servicios para el viajero exigente, pero a la oferta de confortables hostales has de sumar recuperadas casas de labranza, todo un lujo en entornos idílicos, con una gastronomía casera característica de la montaña gallega de lo mas sabrosa.

A Fonsagrada se alza por encima de las demás poblaciones de su comarca, de la que es el epicentro. La villa es la gran atalaya del territorio Albión y de las montañas que separan los antiguos reinos de Galicia, Asturias y León.     

LOS PUEBLOS

El mayor municipio de España, con sus 438 kilómetros cuadrados de extensión, tiene una baja densidad de población: cada habitante de A Fonsagrada dispone de casi 16 kilómetros cuadrados, pero la mayor parte, alrededor de mil, viven en la capitalidad del Concello. El resto, hasta seis mil personas, se reparten en 284 pueblos agrupados en 29 parroquias, todos muy bien comunicados con carreteras asfaltadas y a cada cual mas hermoso.

La agricultura, la ganadería y las explotaciones forestales son básicas en la renta rural, pero tienen mucha importancia en la economía municipal y en el empleo de la comarca, industrias mineras, alguna empresa especializada en la transformación de la madera y varias relacionadas con la transformación de productos cárnicos y agrícolas.

Por su pintoresquismo y su interés etnográfico te recomiendo visitar los núcleos de Lamas de Moreira, Cereixido, Cereixo y Fornaza.

LA LEYENDA

La leyenda forma parte del ambiente mágico que siempre envolvió a la Galicia más ancestral. Aún en este siglo te cuentan pequeñas historias convertidas en literatura popular de oral tradición. Los relatos aquí surgen al pie de las primitivas rutas de peregrinos llenas de alquimia o a la orilla del río, en el viejo molino, que el agua es el elemento que refleja, en el cristianismo, el castigo a la soberbia con relatos de ciudades sumergidas, alusión directa al bíblico diluvio.

En A Fonsagrada, por ejemplo, se apareció la Virgen. Al lado de la Iglesia de Santa María, en el mismo lugar donde surgió una fuente sagrada que mana agua milagrosa, de esas que todo lo curan. Es esta fuente la que da nombre al municipio.

El lugar, mágico, es centro de romería y peregrinación desde el siglo XVIII y sin duda el espacio urbano mas admirado.  

LAS MARAVILLAS NATURALES

En toda A Fonsagrada se ha respetado la flora autóctona, sobre todo los teixos, los carballos y los castaños… He aquí tres ejemplos: el bosque de Carballido, la fraga de San Andrés de Logares y la carballeira das Veigas de Allonca. En estos tres espacios crecen los árboles del señorío espiritual de Galicia, como contaba Castelao.

Tienen extrañas formas y a ellos se abrazan líquenes misteriosos, para procrear el espacio de la leyenda imaginada de casas de gnomos y hadas madrinas bailando sobre el verde de los helechos. Entre canciones de pájaros y murmullos rumorosos de agua transcurre el tiempo y la fantasía envuelve toda esta hermosa geografía vegetal.

Por entre las hojas caídas, fluye el agua transparente, pura y peregrina, buscando la corriente favorable que le haga crecer en el vientre de una de las mil venas fluviales del país.

Aunque… Nunca se sabe bien si es la fraga, la carballeira y el bosque quienes dan origen a los ríos o son los ríos de brillantes superficies irisadas quienes provocan todo el misterio vegetal de esta tierra.

EL PERSONAJE

Puede que su alma vague aún por la Habana Vieja bailando el son al que puso verso, aunque ya no reparta flores entre las mulatas presumidas. Dicen que fue una de ellas la culpable de su romántica renuncia a los orígenes y que por su piel canela soñó ser mosquetero con D’Artañán.

Le llamaban por su distinción “El Caballero de París”, pero nunca conoció Francia. Solo La Habana y… A Fonsagrada, que fue en Vilaseca donde nació José María López Lledín; vivió en la aldea hasta el 11 de Abril del 1.905, cuando –con solo quince años cumplidos- su padre le envió a la conquista de “Cubita, la guapa”, empeño en el puso esfuerzo y hombría de bien.

Ahora “El Caballero de París” sigue sonando a ritmo de son y su eco inunda el malecón de La Habana, cuando es verano en A Fonsagrada.

Es posible que aún vivan otros “caballeros” de los muchos que se fueron a las Américas desde esta esquina gallega, tan hermosa como aquel atardecer en que subió a los cielos caribeños José María López Lledín, mi personaje favorito entre los muchos de los que me hablaron siempre por aquí.

Xerardo Rodríguez